martes, 29 de marzo de 2011

El principio

Cuando apenas era un renacuajo, en la habitación que compartiamos mi hermano y yo, además de guardar nuestra ropa y nuestros trastos, mis padres también guardaban otras cosas que realmente no correspondían allí, pero, por razones de espacio de un piso minúsculo, no había otro lugar donde ubicarlas. Uno de esos objetos era extraño a nuestros ojos, apenas lo podíamos coger con nuestros ínfimos dedos, además olía un poco, como decirlo, a viejo, y al abrirlo, sus hojas, muchas de ellas ya separadas del lomo, estaban amarillentas. Evidentemente, se trataba de un libro, pero no de uno cualquiera, sino de uno de Antonio Machado, de una edición de los años 60. Al ojearlo, descubrí que la gente, además de escribir de izquierda a derecha, de uno al otro lado de la hoja, también escribía apenas unas palabras por línea, y además al leer las líneas, resultaba que todo sonaba de una manera rara. Sin saberlo, había leído por primera vez un poema, y era éste:


Mi bufón

El demonio de mis sueños

ríe con sus labios rojos,
sus negros y vivos ojos,
sus dientes, finos, pequeños.
Y jovial y picaresco
se lanza un baile grotesco,
luciendo el cuerpo deforme
y su enorme
joroba. Es feo y barbudo,
y chiquitín y panzudo.
Yo no sé por qué razón,
de mi tragedia, bufón,
te ríes... Más tu eres vivo
por tu danzar sin motivo.

Antonio Machado

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.