El autobús iba repleto. Tuve mucha suerte de poder sentarme al
final, junto a una mujer gorda, que usaba una colonia muy fuerte y
desagradable. El movimiento del vehículo, el alboroto de las
conversaciones subidas de tono, y el olor a humanidad estaba haciendo
que me marease. Deseaba llegar a mi parada lo antes posible. Al
llegar a la Plaza Central. Justo delante del Gran Teatro. Me pude
bajar. Comencé a caminar a paso ligero hacia la estación de los
ferrocarriles. Cogí el tren de la línea que se dirigía a la
Universidad Central. Me gustaba coger ése tren porque siempre estaba
repleto de chicas jóvenes y guapas, acompañadas de su carpetas y
cachivaches electrónicos. Yo no pude ir a la universidad ni vivir el
ambiente de ésta, así que era un consuelo de perdedor poder
disfrutar de ese momento diario.
No me di cuenta, en un
primer momento, pero justo me senté, vi a la preciosidad que tenía
delante. Una chica con el pelo castaño, largo, levemente ondulado.
Llevaba un aspecto desaliñado, de hecho tenía el pantalón
manchado. No creo que tuviese más de veinte o veinte y pocos años.
Su indumentaria se completaba con unas botas de montaña, y un jersey
naranja, algo chillón, que tenía un ligero escote. Ella no me
miro, pero yo a ella sí. Tenía una expresión facial muy agradable.
Sus ojos eran marrones. Mientras pensaba en todo ello, ella revisaba
su móvil, seguramente escribiendo alguna cosa en twitter o
Facebook, o enviando algún mensaje a alguna amiga. Intentaba
hacerme el dormido, para no mirarla tanto y que ella se diese cuenta.
Justo cuando faltaba
poco para llegar a mi parada, y así por fin, caminar cinco minutos y
llegar a mi destino. Pasó algo que no me esperaba. Cómo dije antes
me hacía el dormido, y justo cuando abrí los ojos, ella me estaba
mirando fijamente, y entonces me dijo:
-¿Qué?
Yo no sabía que
responder. De hecho nunca me había pasado algo así. Por suerte para
mí, fui salvado por la campana, ya que justo en ese momento llegaba
el tren a mi estación. Y ruborizado y con una gran vergüenza bajé
del tren, pensando en que tendría que coger otro tren diferente al
día siguiente.
David Peña Pardo ©
David Peña Pardo ©
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